Son movimientos o vocalizaciones involuntarios, repetitivos y rápidos, que imitan determinados movimientos o sonidos (son estereotipados), tales como el parpadeo, rascado, carraspeo, etc. Se incrementan en las situaciones de tensión o de concentración y desaparecen durante el sueño.
trastorno del movimiento más frecuente en la infancia. Se presentan en múltiples formas y son, en general, benignos. Habitualmente son transitorios y desaparecen solos, sin precisar medicación. Sin embargo, en ocasiones, pueden cronificarse y llegar a interferir en la actividad habitual del niño, repercutiendo en su dinámica familiar y escolar.
Causas posibles: Hace años se pensaba que la causa era exclusivamente psicológica, pero en la actualidad hay evidencias suficientes para pensar en un factor genético en el origen de los tics, especialmente los crónicos. Estas alteraciones genéticas podrían alterar el funcionamiento normal de los neurotransmisores (sustancias químicas que transmiten los estímulos entre las neuronas), provocando así la aparición del tic. No obstante, aún no se ha podido identificar ningún gen concreto, y los estudios realizados en familias con varios miembros afectados sugieren la intervención de diversos genes (herencia poligénica), así como una influencia decisiva de los factores ambientales en la aparición y mantenimiento de los tics.
Sugerencias:
- Se incrementan con el estrés y disminuyen con el reposo. Además, los niños mayores suelen describir una situación de disconfort inespecífica que se alivia al realizar el tic, es decir, sienten la “necesidad” de hacerlo.
- No los puede evitar y no los hace a propósito, no sirve de nada prohibir que el niño haga tics porque no los puede controlar. Esta conducta provocará paradójicamente un aumento de los mismos, porque se incrementa el nivel de tensión sobre el niño y la ansiedad que éste siente.
- Evitar los factores estresantes: programar adecuadamente las tareas escolares, regular los horarios de sueño, evitar la programación de TV no adecuada, así como el abuso de videojuegos, remiten de forma espontánea antes de llegar a la adolescencia sin llegar a requerir ningún tratamiento.
- Se ha comprobado que cuanta menos importancia se le dé al tic, más pronto desaparecerá, en un periodo que varía entre unos meses y un año. Si el niño pregunta qué puede hacer, los padres deberían tranquilizarle y minimizar el problema.
- Evitar en la medida de lo posible las situaciones estresantes.
- Analizar en qué situaciones se intensifica el tic y tratar de evitarlas.
- Fortalecer su autoestima y premiar las cosas que hace bien.
- Intentar restarles presión, especialmente en los niños muy perfeccionistas.
- No sobrecargarle con actividades extraescolares.
- Pueden aparecer y agravarse en situaciones de estrés y ansiedad
- Disminuye con la relajación
- Tratar de analizar cuándo se produce el tic. Es decir, debemos observar cuándo los hace y tratar de sustituir o eliminar la acción que está haciendo en ese momento e intentar distraer su atención ofreciéndole otra actividad distinta.
- Reforzar positivamente su conducta. Especialmente la conducta mantenida cuando se le sustituyan las actividades que han supuesto el tic.
- Comenzar a darle responsabilidades que le hagan sentir bien. (Por ejemplo: “hemos pensado tu padre y yo que a partir de ahora vas a ser el encargado de…” una actividad que le pueda hacer sentir valioso).
- Examen ocular completo.
- Debemos averiguar qué situaciones los desencadenan. Si el niño descubre las sensaciones previas a los tics pueden contribuir a evitarlos.